La pedagogía agustiniana se basa en un proceso integral (espiritual, intelectual, moral y de la voluntad) encaminado a hacer emerger y dinamizar, mediante la fuerza cognitiva del amor, todas las potencialidades latentes en el estudiante. Dentro de este marco se trabajan cuatro principios:
- Partir de las necesidades reales del estudiante desarrollando un aprendizaje reflexivo y una escucha activa.
- Convertir al estudiante en el protagonista de su proceso de enseñanza y aprendizaje respetando y adaptándonos a su ritmo evolutivo.
- Establecer la interioridad como un eje fundamental para desarrollar la capacidad de reflexión.
- Fomentar un modelo basado en aprender a escuchar e interrogar para conectarse con la realidad exterior para así interactuar y transformarla.